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jueves, 18 de octubre de 2012

Pensamientos de JK Rowling



Cuando el manuscrito de Harry Potter y la Piedra Filosofal fue aceptado para su publicación en Gran Bretaña, el editor me avisó que todos los pesos y medidas serían cambiados al sistema métrico, que era la práctica estándar de la casa editora. Me negué al cambio porque, por las razones descritas más arriba, no había ninguna lógica. Sin embargo, esto no debía tomarse como una declaración política de la autora. No soy anti-europea, todo lo contrario, defiendo la postura de que Gran Bretaña sea parte de Europa, y yo misma soy medio francesa. Tampoco tengo nada en contra del sistema métrico, que es mucho más lógico que el imperial, y que ciertamente hace cocinar tartas mucho más fácil. Sin embargo, el viejo sistema me parece mucho más pintoresco, más extravagante y por ello más acorde al tipo de sociedad que estoy describiendo.

La decisión de mantener el sistema imperial en el libro tuvo un efecto inesperado, que fue la invitación de unirme a la Asociación de Pesos y Medidas Británicos. Como no estoy de acuerdo con la idea de que Gran Bretaña debiera negarse a usar el sistema métrico, como muchos de los miembros de esta sociedad creen, estaba a punto de tirar esta invitación a la basura cuando se me ocurrió algo, y cambié de idea. Ya sé que lo que voy a decir no va a revelar nada bueno sobre mi carácter, pero me di cuenta de lo furiosa que se pondría mi hermana, Di, si me unía a ellos. Di me hace mucha gracia cuando se enfada, y entre las muchas cosas que le dan rabia está esa vieja y tonta observancia de las viejas costumbres sin razón aparente, solo porque sí, o porque “es Británico y ningún extranjero va a venir a decirme como tengo que medir las cosas” que esa organización representa.

Cuando la noticia de que yo era miembro de esa organización fue publicada en la prensa, explotó de rabia y dio un espectáculo gratificante. No podía dejar de reír el tiempo suficiente para poder explicarle que me había hecho miembro solo para molestarla. Esto la indignó tanto que empezó a hablar de forma incoherente, lo que hizo que la situación fuera aún más graciosa. Para ser sincera, no creo que nadie se lo haya pasado tan bien solo por el precio de un sello de correos.

Medidas en el mundo mágico



De la misma manera que las brujas y los magos británicos no usan electricidad ni ordenadores, tampoco han usado nunca el sistema métrico. No están sujetos a las decisiones del gobierno muggle, así que cuando el proceso de adaptación al sistema métrico, sustituyendo el antiguo sistema imperial, dio comienzo en 1965, las brujas y los magos simplemente ignoraron el cambio.

Las brujas y los magos no son contrarios a llevar a cabo laboriosos cálculos, que después de todo pueden realizar de forma mágica, así que no ven ningún inconveniente en pesar en onzas, libras y stones, medir en pulgadas, pies y millas o pagar por mercancías en knuts, sickles y galeones.

Minerva MacGonagall

ESTA HISTORIA ESTA BELLSIMA, AUNQUE NO TE GUSTE HARRY POTTER ESTA HISTORIA ES CAUTIVADORA LES RECOMIENDO LEERLA

Niñez

Minerva McGonagall era la primogénita y única hija de un pastor presbiteriano escocés y de una bruja educada en Hogwarts. Creció en las Tierras Altas de Escocia a principios del siglo XX, y poco a poco se dio cuenta de que había algo extraño en sus habilidades y en el matrimonio de sus padres.

El padre de Minerva, el Reverendo Robert McGonagall, había quedado cautivado por la alegre Isobel Ross, que vivía en el mismo pueblo. Como sus vecinos, Robert creía que Isobel iba a un internado selecto para señoritas en Inglaterra. De hecho, cuando Isobel desaparecía de casa durante meses, era para ir al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Consciente de que sus padres, una bruja y un mago, despreciarían una relación con el joven y serio muggle, Isobel mantuvo su floreciente relación en secreto. Cuando tenía dieciocho años ya se había enamorado de Robert. Lamentablemente, no había tenido el coraje de decirle la verdad sobre su identidad.

La pareja se escapó, lo que provocó la furia de los padres de ambos. Habiendo roto la relación con su familia, Isobel no podía estropear la felicidad de la luna de miel diciéndole a su nuevo marido, que era tan feliz, que había sacado las mejores notas de toda la clase en Encantamientos en Hogwarts y que había sido la capitana del equipo de quidditch. Isobel y Robert se mudaron a una casa a las afueras de Caithness, donde la bella Isobel demostró una gran habilidad para llegar a fin de mes con el mísero salario de un pastor protestante.

El nacimiento del primer bebé de la pareja, Minerva, provocó tanto una gran alegría como una gran crisis. Como echaba de menos a su familia y a la comunidad mágica que había dejado por amor, Isobel insistió en darle a su hija el nombre de su abuela, una bruja con mucho talento. El extravagante nombre hizo que muchos miembros de la comunidad en la que vivían fruncieran las cejas, y al Reverendo Robert McGonagall no le fue fácil explicar la elección de su esposa a sus parroquianos. Además, la melancolía de su mujer le alarmaba. Sus amigos intentaban convencerle de que era normal que las mujeres se sintieran un tanto descentradas tras el nacimiento de un bebé y que Isobel pronto volvería a ser la misma de antes.

Isobel, sin embargo, se volvió más y más huraña, y a menudo se encerraba en casa con Minerva durante días. Isobel le dijo a su hija más tarde que desde el principio había mostrado pequeños, pero inconfundibles signos de magia: juguetes de las estanterías aparecían en su cuna, el gato de la familia le ayudaba a pedir cosas antes de que pudiera hablar, y las gaitas de su padre se dejaban oír en ocasiones tocando solas en habitaciones alejadas, un fenómeno que hacía reír a Minerva de bebé.

Isobel se sentía dividida entre el orgullo y el miedo. Sabía que debía confesarle la verdad a Robert antes de que viera algo que pudiera alarmarle. Un día, cediendo al fin a las preguntas incesantes de Robert, Isobel rompió a llorar, sacó su varita de la caja en que estaba guardada bajo llave debajo de su cama y le mostró su verdadera identidad.

Minerva era demasiado pequeña para recordar aquella noche, sin embargo sus repercusiones le dejaron un amargo recuerdo de las complicaciones de crecer con magia en un mundo muggle. Aunque Robert McGonagall no quiso menos a su mujer al descubrir que era bruja, se sintió profundamente herido por la revelación y por el hecho de que le había ocultado un secreto como ese durante tanto tiempo. Y aún peor era que él, hombre honesto y recto, debía ahora llevar una vida llena de secretos, todo lo contrario a su naturaleza. Isobel explicó, a través de sus sollozos, que ella y su hija estaban obligadas a cumplir el Estatuto Internacional del Secreto y que debía mantener en secreto la verdad sobre ellos mismos o hacer frente a la furia del Ministerio de Magia. Robert también se sintió aterrorizado al imaginarse cómo recibirían los lugareños –una gente austera, recta y convencional– la noticia de que la esposa de su pastor era bruja.

El amor perduró, pero la confianza entre sus padres se había roto, y Minerva, una chica lista y observadora, vivió esta situación con tristeza. Dos hijos más nacerían en la familia de los McGonagall, dos chicos, que también revelarían habilidades mágicas. Minerva le ayudó a su madre a explicarles a Malcolm y Robert junior que no deberían hacer alarde de su magia y, asimismo, ayudó a su madre a ocultarle a su padre los accidentes y vergüenza que a veces causaba su magia.

Minerva tenía una relación muy estrecha con su padre muggle, al que se parecía en temperamento más que a su madre. Vio con dolor cómo sufría por la situación tan extraña de la familia. También se dio cuenta de cuánto estrés le causaba a su madre tener que encajar dentro del pueblo muggle y cómo echaba de menos la libertad de estar con los suyos y poder ejercer sus considerables talentos. Minerva nunca olvidó cuánto lloró su madre cuando llegó la carta de admisión en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería al cumplir Minerva once años. Ella se dio cuenta de que Isobel no solo lloraba de orgullo, sino también de envidia.
Vida escolar

Minerva se puso en evidencia durante la primera tarde cuando se reveló que era una Hatstall. Tras cinco minutos y medio el Sombrero Seleccionador, que había estado vacilando entre las casas de Ravenclaw y Gryffindor, mandó a Minerva a esta última. Años después, esta circunstancia seguía siendo un tema jocoso entre Minerva y su colega Filius Flitwick, que había tenido el mismo problema con el Sombrero Seleccionador, pero a quien había sido enviado a la otra casa. Los dos Jefes de Casas se divertían pensando que podrían haber intercambiado posiciones en ese momento crucial de su juventud.

Minerva destacó rápidamente en su curso, tenía un talento especial para la transfiguración. Según avanzaba en sus estudios, demostró que había heredado tanto los talentos de su madre como el fuerte sentido moral de su padre. La educación en el colegio de Minerva coincidió durante dos años con la de Pomona Sprout, que más tarde fue Jefa de la Casa Hufflepuff, y las dos mujeres disfrutaron de una relación excelente tanto entonces como después.

Al acabar sus estudios en Hogwarts, Minerva McGonagall había logrado sacar unas excelentes notas: las mejores notas en timo y éxtasis, Prefecta, Chica Principal y ganadora del premio del Principiante Más Prometedor deTransfiguration Today. Con la ayuda de su profesor de Transfiguración, que la había inspirado, Albus Dumbledore, había conseguido transformarse en animago. Su forma animal, con sus rasgos distintivos (gato atigrado, marcas de gafas cuadradas alrededor de los ojos) quedó reflejada en el Registro de Animagos del Ministerio de Magia. Minerva era al igual que su madre una talentosa jugadora de quidditch, aunque una mala caída en su último año (una falta durante el partido de Gryffindor contra Slytherin que debía decidir el ganador de la Copa) la dejó contusionada, con varias costillas rotas y un deseo de por vida de ver a Slytherin destruido en el campo de quidditch. Aunque abandonó el quidditch tras irse de Hogwarts, la competitiva profesora McGonagall se interesó mucho por las fortunas del equipo de su casa y se le daba muy bien encontrar a nuevos talentos del quidditch.

Básico de potterhead

1er Capitulo Harry Potter y la Piedra Filosofal
Hagrid
Rubeus Hagrid es el Guardián de las Llaves del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Es al menos dos veces más alto que un hombre normal y cinco veces más ancho, con pies del tamaño de bebés delfines y las manos del tamaño de las tapas de los cubos de basura. Sus ojillos negros destellan como escarabajos y su cara está casi completamente cubierta por una barba que es una maraña enredada y por su espeso pelo negro. A pesar de su tamaño, Hagrid es dulce y afectuoso. Hagrid vive con su gran perro jabalinero en una cabaña de madera en los terrenos de Hogwarts, a la entrada del Bosque Prohibido. El profesor Dumbledore dice que le confiaría su vida a Hagrid.

El niño que sobrevivio
Cuando Harry Potter tenía poco más de un año de edad, sus padres fueron asesinados por Lord Voldemort, un mago oscuro llamado por la mayor parte de la comunidad mágica El-que-no-debe-ser-nombrado. Voldemort intentó matar a Harry, pero no tuvo éxito y entonces desapareció, dejando al bebé con un corte en forma de rayo en la frente.
Tras el ataque, Hagrid, siguiendo las órdenes del profesor Dumbledore lleva a Harry a Privet Drive para vivir con sus únicos familiares, los Dursley.

Sirius
Sirius Black es el mago que le presta su moto voladora a Hagrid. Hagrid la usa para llevar volando al bebé Harry a Privet Drive.

Albus Dumbledore-Pottermore



Albus Dumbledore es el director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Es un anciano con ojos de un azul brillante, pelo plateado y una barba tan larga que se la puede sujetar con el cinturón. Lleva gafas de media luna y tiene una larga nariz torcida que parece como si se la hubieran roto al menos dos veces.

Además de Director de Hogwarts, el profesor Dumbledore tiene los títulos de Gran Hechicero, Mago en Jefe del Wizengamot y Supremo Votante Independiente de la Confederación Internacional de Magos. También ha recibido la Orden de Merlín de Primera Clase.

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Albus Dumbledore aparece en Privet Drive la tarde después de la desaparición de Voldemort. Su apariencia es muy diferente del resto de los habitantes de ese pequeño suburbio, con su larga capa morada y una barba tan larga que puede sujetar con el cinturón.

Dumbledore usa un extraño aparato para apagar todas las luces en Privet Drive, entonces se sienta con Minerva McGonagall, que le había estado esperando. Él le explica los eventos de la noche anterior: que Voldemort había asesinado a los padres de Harry Potter, y tras intentar asesinar a Harry sin éxito se desvaneció. Aunque nadie sabe por qué Harry sobrevivió, Dumbledore lo ha organizado todo para llevar a Harry a Privet Drive para que pueda quedarse con los Dursley que son los únicos parientes vivos de Harry. Dumbledore cree que a Harry le irá mejor creciendo en el mundo muggle, donde es un desconocido, que en el mundo de la magia donde ya es una celebridad.

Numero 4 de Privet Drive

SOLO POTTERHEADS
Esto es de la página Pottermore, esto lo escribio JK Rowling y yo se los comparto si no tienen una cuenta en Pottermore :) que lo disfruten (Subire muchisisimas más, pero un paso a la ves). Privet Drive está en Little Whinging en Surrey, Inglaterra. La calle está compuesta por casas similares y tiene un aspecto muy pulcro. Es un lugar tranquilo y definitivamente sin ninguna magia.
Después de que los padres de Harry Potter fueran asesinados por Voldemort, Albus Dumbledore lo organiza todo para que Harry se quede a vivir en el número cuatro de Privet Drive, con sus familiares, los Dursley, su tía Petunia, tío Vernon y el primo Dudley.
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El nombre de la calle donde viven los Dursley hace referencia a una planta suburbana, la alheña (“Privet” en inglés), que forma los setos de muchos jardines ingleses. Me gustaron las asociaciones entre urbano y cercado, ya que los Dursley tienen un aire de suficiencia de clase media y están a la vez muy alejados del mundo mágico. El nombre de su barrio es “Little Whinging”, Pequeño Quejumbroso, que suena un poco provinciano y altivo. En inglés británico “whinging” es un término coloquial que quiere decir “quejarse o lloriquear”.

Aunque describo la casa de los Dursley como grande y cuadrada, como corresponde al estatus de tío Vernon como director de empresa, cuando escribía sobre ello, inconscientemente estaba visualizando la segunda casa donde había vivido de niña y que era todo lo contrario, una casa bastante pequeña de tres habitaciones en un barrio a las afueras de Bristol, Winterbourne. Me di cuenta de esto cuando entré en el Privet Drive número cuatro que había sido construido en Leavesden Studios y me encontré en una réplica exacta de mi antigua casa, incluso el hueco de la escalera y las habitaciones estaban en el mismo lugar. Esta fue una más de las experiencias un tanto perturbadoras que viví durante el rodaje de los libros de Harry Potter, ya que yo ni siquiera les había descrito mi antigua casa al escenógrafo ni al director.

Nunca me ha gustado el número cuatro, aunque no tengo una buena razón para ello. Siempre he pensado que era un número duro y desagradable, y por ello es por lo que se lo puse en la puerta a los Dursley.

JK Rowling